Cuevana: 7 hechos y 7 películas

12 hombres en pugna

Hechos, no prejuicios

En Derecho Penal, las leyes son concretas y definen explícitamente lo que es delito. Parece una obviedad pero hay que decirlo: lo que la ley no tipifica —describe— como delito, no lo es. La ley de propiedad intelectual argentina, la 11.723, prohíbe la reproducción (copia), comunicación o interpretación pública de una obra sin permiso de los autores. A primera vista, pareciera que en muchos sitios de internet, se hace una comunicación pública de música o cine. Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias, una página web es algo muy distinto a un televisor o una radio: es una colección de textos y referencias, que se despliegan recién cuando se descargan en el navegador del usuario y no todo lo que aparece en la pantalla proviene del sitio al que estamos accediendo. En el caso de Cuevana, ninguna copia de las películas se aloja en sus servidores (no hay reproducción), ni se origina ninguna emisión (no hay comunicación pública). El servicio sólo provee un catálogo ordenado de referencias, y facilita un enlace a películas que están alojadas en otro sitio, por lo general “Megaupload” —un servicio de alojamiento de archivos, con dirección, teléfono y responsables localizado en Hong Kong, y desde sus servidores sí se realiza una comunicación pública, y se alojan las copias de las películas —compartidas por usuarios de todo el mundo— allí deberían dirigirse las quejas de los afectados, si las hubiere.

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12 hombres en pugna (“12 Angry Men”, Sidney Lumet, Estados Unidos, 1957.): Un jurado está por condenar a un hombre por un asesinato. Para que haya veredicto, según la ley, los doce jurados deben votar por unanimidad. Aparentemente se trata de un caso sencillo sin complicaciones, pero a último momento el jurado número ocho (interpretado por Henry Fonda) decide votar en disidencia, no porque crea rotundamente en la inocencia del acusado, sino porque su culpabilidad no estaba debidamente probada más allá de toda duda razonable. Después de horas de debate, en la medida que los jurados analizan los hechos por encima de sus prejuicios (el acusado era latino y pobre), va quedando claro que no hay elementos suficientes para declararlo culpable, sin embargo, para saber el desenlace, ¡vean la película!.


La Naranja Mecánica

Civilizar internet

Son las prácticas sociales las que definen las leyes, y no a la inversa. En mayo pasado, Nicolás Sarkozy, en el “e-G8”, la cumbre de “la industria de internet”, pronunció la desafortunada frase del título, donde “civilizar” no es más que un eufemismo de disciplinar: reprimir la práctica extendida del file-sharing. La cultura, desde siempre, ha constituido un bien común, socializado. De la misma forma que en el siglo XIX se fundaron bibliotecas públicas como consecuencia lógica de la abundancia de libros, en el XXI, de la abundancia de medios de copia y distribución, emergió el file-sharing: para el sentido común compartir está bien, no mal. Cambiar esta tendencia es un proceso que necesita ejercer una violencia material y simbólica sobre las costumbres arraigadas: prestar un libro, compartir una canción o una película, de acciones edificantes a delitos y prácticas condenables. La utilización insistente de la palabra “piratería” para describir la copia casera, se enmarca en esa violencia. La estigmatización de emprendimientos innovadores que faciliten el acceso a las obras, desafiando al monopolio, no escapa a esa estrategia.

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La Naranja Mecánica (“Clockwork Orange”, Stanley Kubrick, Reino Unido, 1971. Basada en la novela de Anthony Burgess): Alex es un joven violento y antisocial que vive en un futuro distópico indefinido. Junto con sus amigos comete toda clase de crímenes y abusos, sin embargo cuando queda en manos del sistema judicial, el método utilizado por el estado para modificar sus conductas antisociales —el “tratamiento Ludovico”—, termina siendo mucho peor que las acciones que desea corregir. A pesar de que los políticos de esta historia tratan de mostrar el método como una solución superadora al sistema carcelario, la película muestra cómo la violencia planificada y aplicada desde el estado, siempre es mas peligrosa y horrorosa, que los abusos que pueden cometer los individuos. Cada vez que el estado decide desplegar mecanismos coercitivos sobre la población —y en particular sobre los jóvenes y con la excusa de “civilizar”—, nunca esta de más volver a ver The Clockwork Orange


Total Recall

Escasez y abundancia

En la medida que publicar enlaces —o embeber en el navegador del usuario, el reproductor y el streaming emitido desde otro sitio— no constituye un delito contra la llamada propiedad intelectual, servicios como Cuevana no necesitan pagarle regalías o solicitar permisos a los dueños de los derechos de las películas, por enlazarlas. Modificar las legislación para cambiar esta situación, implicaría un peligroso antecente de establecer restricciones a la posibilidad de enlazar o referenciar una obra en internet (ya sea con un enlace, un frame, o un player emebebido) afectando uno de los pilares sobre los cuales descansa la dinámica por la cual internet es un medio tan valioso, en especial para la libertad de expresión: los enlaces. En economía se define como “externalidad” a los beneficios o perjuicios indirectos que genera determinada actividad económica: por ejemplo, el establecimiento de un centro comercial, vuelve mas rentable las playas de estacionamiento cercanas, sin embargo, esto no implica la generación automática de un derecho sobre las ganancias de los playeros por parte del centro comercial. Volver artificialmente escaso lo abundante, sólo para mantener los beneficios de un sector, es una lógica económica que a largo plazo perjudica al conjunto.

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Total Recall (Paul Verhoeven, USA, 1990. Basado en un cuento de Philip K. Dick.): Arnold Schwarzenegger interpreta a Doug Quaid, un individuo con una vida corriente que ha descubierto que todos sus recuerdos son producto de un implante de memoria y debe viajar a Marte para develar el misterio de su propio pasado. En Marte no hay atmósfera respirable, y las colonias humanas que habitan el planeta dependen completamente de un cruel gobernante, Coohagen, quien monopoliza el abastecimiento del oxígeno. Sin embargo un extraño reactor oculto de origen extraterrestre, podría liberar todo el oxígeno congelado bajo la superficie, dotando a Marte de una atmósfera. Esta liberación terminaría con el monopolio de Coohagen, al convertir al oxígeno en un recurso abundante. Al igual que los scanners corporales que aparecen en el film, que ya son habituales en los aeropuertos, el monopolio sobre ciertos recursos abundantes para volverlos escasos a la fuerza, tambien es una realidad de nuestro presente…


La Caída

Sustitución o promoción

Contrariamente a una idea ampliamente difundida, el acceso gratuito a una obra no implica necesariamente una posible venta perdida por otro canal de comercialización. De la misma forma que las bibliotecas no son enemigas de las librerias, la posibilidad de acceder a una obra también tiene un efecto promocional, que puede incidir positivamente en la comercialización. Por esta razón, el flujo de dinero siempre se movió desde las discográficas hacia las radios populares y no a la inversa. Cuando el costo de ampliar significativamente el público de una película es cero, porque el medio de distribución lo financian los mismos usuarios —internet—, se vuelve económicamente más relevante el efecto promocional, que la supuesta sustitución. Esta dinámica es especialmente notoria en el caso de películas con baja recaudación en taquilla: en vez de quedar guardadas en un cajón de la productora, la película sigue construyendo audiencia a través de los años. La existencia de servicios como Cuevana, y el empeño de los usuarios por “ripear” DVDs y subirlos a la red, sólo revela que hay una demanda vacante, tanto sobre películas marginadas de los circuitos tradicionales de distribución, como de oferta accesible en el medio digital.

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La Caída (“Der Untergang”, Oliver Hirschbiegel, Alemania, 2004. Basado en la obra del historiador Joachim Fest): Año 1945, Berlín está a punto de caer. En los cuarteles de Hitler en Prusia Oriental, varias mujeres se presentan con el objetivo de ser escogidas como secretarias personales del Führer. Una de ellas es elegida, y se convierte en una testigo directa de los sucesos ocurridos durante las últimas semanas del Tercer Reich. La película muestra a un Hitler alienado en su Bunker y ya completamente alejado de la realidad. Muchas escenas de Hitler interpretadas magistralmente por Bruno Ganz, son antológicas. Un tiempo después de su estreno, algunas de ellas se convirtieron en “memes” de internet: hablada en alemán, los usuarios utilizaron subtítulos apócrifos para parodiar infinitas situaciones hasta el hartazgo. El nivel de difusión de las escenas, tuvo un alcance y permanencia inesperadas.


El Padrino

Mafiosos y piratas

El cine, la radio, el cable o las discográficas, nacieron desafiando monopolios o sacando provecho del marco legal, según describe Lawrence Lessig en un capítulo Cultura Libre. La industria del cine de Hollywood fue construida por piratas en fuga. Muchos creadores y directores emigraron desde la costa este a California a principios del siglo XX, en buena medida para escapar de los controles de las patentes concedidas al inventor del cine, Thomas Edison. La industria discográfica por años, no estuvo interesada en pagar regalías a los músicos, hasta que enmiendas en las leyes introdujeron el concepto de “reproduccion mecanica” y la “licencia obligatoria” —un marco legal, sin embargo, mucho más flexible que otorga menos privilegios al dueños de los derechos, que la relación tradicional escritor/editor. Algo semejante ocurrió con la radio, con la diferencia que en muchos países (Estados Unidos entre ellos) la emisora nunca llegó a ser obligada a pagar royalties a los intérpretes de la grabaciones emitidas. Y con el cable… cuando los empresarios del cable empezaron por primera vez a cablear comunidades en 1948, la mayoría de ellos se negaron a pagar a las emisoras en abierto los contenidos que repetían para sus clientes, pasaron décadas hasta que las emisoras “retrasmitidas” lograran algún privilegio legal. Como puede notarse, la historia de cada nuevo medio de difusión, es la historia de la lucha contra alguna M.A.F.I.A.A. del momento.

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El Padrino (“The Godfather”, Francis Ford Coppola, USA, 1972. Basada en la novela de Mario Puzo.): Narra la vida de Don Vito Corleone, jefe de una de las cinco familias que ejercen el mando de la Cosa Nostra en la ciudad de Nueva York en los años 40. La mafia, en su origen, fue una forma de organización en clanes, dedicada a la protección de la población civil en Sicilia. Posteriormente estos clanes abusaron de su posicion de dominio, sólo para mantener privilegios y dedicarse al crimen organizado. El padrino, protagonizado por Marlon Brando y Al Pacino, entre otros, retrata como pocas el funcionamiento de la mafia en Estados Unidos.


Fahrenheit 451

Acceso a la cultura.

Hay dos hechos que deberían considerarse previamente al analizar el fenómeno del acceso libre a los bienes culturales: En primer lugar, desde siempre compartir el acceso a las obras fue considerado como una acción éticamente edificante. Cuando los bienes culturales fueron lo suficientemente abundantes, como los libros en el siglo XIX, la tendencia a la socialización condujo al surgimiento natural la biblioteca pública. Cuando la capacidad de producir y distribuir copias se democratizó con el uso de internet y computadoras personales a principios del XXI, la práctica emergente no pudo ser otra que el file-sharing. En segundo lugar, los monopolios sobre la explotación comercial de las obras —el régimen del copyright o derecho de autor— históricamente son la excepción, y no al revés, en la esfera de la producción y circulación de bienes culturales. Desde esta perspectiva, la aparición de internet sólo acentúa la posibilidad de compartir el acceso, y abre nuevas posibilidades sobre el ejercicio de nuestros derechos culturales.

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Fahrenheit 451(François Truffaut, USA, 1966. Basada en la novela de Ray Bradbury.): En una sociedad distópica, la tarea de los bomberos pasa de apagar incendios, a quemar libros: la costumbre de leer —según el gobierno— sólo trae a la larga, angustia e infelicidad a la población, además de reducir la productividad. Guy Montag, es un bombero que al principio no cuestiona estas leyes hasta que conoce a una joven de 19 años, que poco a poco pone en crisis su visión de la realidad. Por su capacidad de pensar críticamente acerca de su sociedad, la joven y su familia son estigmatizados como “antisociales”. Montag comienza a leer, y a darse cuenta de la infelicidad en la que está inmerso. El libro de Ray Bradbury en el que se basa la pelicula, fue escrito en medio del clima de opresión intelectual ocurrido en Estados Unidos durante la persecución política conocida como macartismo. La novela suele ser interpretada como un manifiesto en contra del control ejercido sobre la esfera cultural, donde la restricción en el acceso a los libros, limita la libertad del pensamiento.


Amadeus

Mecenazgo público y restricción

En todo el mundo, el cine es una industria altamente subvencionada. El cine comparte sus costos, aunque actualmente se resiste tenazmente a compartir lo que produce. Excepto Hollywood (y “Bollywood” en India), que lejos de la bancarrota concentra ingresos altísimos y un alto margen de ganancias, en el resto del mundo la subvención pública es la regla, ya sea a través de entes estatales, autárquicos o privados, exenciones impositivas o subsidios directos, la industria siempre cuenta con los recursos públicos. Esto sólo implica un hecho: los gastos de la industria del cine ya se han socializado total o parcialmente, a través del mecenazgo público, en muchos lugares del mundo. Argentina no es la excepción. Cuando se analizan los balances sobre el negocio del cine y se mide la contribución del mismo al producto bruto de cada país —para resaltar la dimensión económca del medio— pocas veces se destaca la abundante contribución de fondos públicos en la ecuación.

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Amadeus (Miloš Forman, 1984, USA): Aunque lejos de la realidad histórica, la película narra la vida del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart desde el punto de vista de su rival (al menos en la ficción), el compositor Antonio Salieri. Entre las cortes de la nobleza europea y los teatros populares, el film también describe la vida de un compositor e intérprete del siglo XVII, donde el principal medio de subsistencia era el mecenazgo: históricamente, una de las formas más frecuentes de sostenimiento de la producción artística. En el presente permite el desarrollo de obras no orientadas a su circulación mercantil, o a la producción de renta.


y de yapa, dos películas imperdibles…

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Fin de Semana de Locura: Una comedia disparatada sobre cómo dos yuppies intentan convencer a todo el mundo que el muerto de su jefe aún sigue estando vivo. Insólitas situaciones, donde el cadáver de “Bernie” pasa por un vivo, a pesar de llevar mucho de muerto. Cualquier parecido con algún obsoleto medio de distribución, es pura coincidencia!

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Parque Jurásico: El multimillonario John Hammond consigue hacer realidad su sueño de clonar dinosaurios del Jurásico y crear con ellos un parque temático en una isla remota. Vueltos a la vida, los dinosaurios no pueden resistir su naturaleza salvaje y primitiva cuando las medidas de seguridad del parque comienzan a fallar.