No more money for you, bastards

En 2008 un estudiante anónimo se escaneó las 1300 páginas del libro “Organic Chemistry (7th Edition)” de McMurry, que luego subió a internet abriendo un torrent donde puede leerse este simpático mensaje dedicado a las editoriales universitarias:

Yo y todos los demás estudiantes estamos cansados de ser estafados por ustedes bastardos, reordenando capítulos cada dos años sin añadir nada significativo, sólo para que puedan seguir vendiendo más de su mierda […] como ustedes no lo ven de esa manera, vamos a ponerlo en términos que puedan entender. No más dinero para ustedes. Su mierda va a estar libre ahora, a cualquiera que lo desee, en un formato digital.”

Para entender el motivo de tanto enojo conviene leer esta nota del New York Times, donde se revelan algunos sugestivos datos del mercado editorial orientado a las publicaciones para estudiantes (en los países “desarrollados”):

Empieza señalando que “los estudiantes universitarios pueden ser el grupo de consumidores cautivos mas enfurecidos que se puedan encontrar”, ya que una copia legítima de “Organic Chemistry” de John E. McMurry’s cuesta $209,95 dolares, con descuento $150 y la copias usadas $110, y “para muchos estudiantes esos precios son escandalosos”.

Pero no se trata únicamente de precios elevados, sino de las abusivas y poco éticas estrategias comerciales seguidas por las editoriales para mantener sus ingresos.

Quiénes son los piratas

Para la mayoría de los estudiantes, el mercado del usado es sin duda la mejor opción, aunque lamentablemente para editores y autores, esa reventa no les deja ganancia.

Al semestre siguiente al del lanzamiento de una edición, la competencia es intensa —los estudiantes que cursaron revenden sus libros a los nuevos— pero las editoriales no se rinden: se esfuerzan por reducir intervalos entre revisiones para dejar obsoleta la edición anterior sin ningún reparo ético.

Como señala esta nota del sitio venezolano noticias24.com “En una relación similar a la que tienen no pocos médicos con la industria farmacéutica, algunos profesores universitarios reciben incentivos (y hasta sobornos) de parte de las editoriales para exigir las nuevas ediciones de un cierto tomo, siendo cada edición prácticamente idéntica a las anteriores”.#### Nuevas tecnologías, nuevas técnicas abusivas

Con internet, paradójicamente, las editoriales encontraron la forma de eliminar definitivamente el mercado del usado: en vez de sólo vender objetos (como son las copias impresas), apuntan al negocio de la suscripción “lanzan servicios auxiliares que los profesores pueden exigir comprar a sus alumnos, como ocurría con los libros, pero que sólo pueden ser accedidos vía internet por suscripción”. Para ellos, lo atractivo de estos servicios es que no pueden ser revendidos. Por ejemplo “Cengage Learning” el editor del libro de Química en cuestión, vende con la nueva edición una “tarjeta de acceso” para dos semestres al sitio cengage.com, con más material de estudio, como guías interactivas, cuestionarios, tests etc.

Otro escándalo es el precio de las opciones digitales que las editoriales ofrecen. Las editoriales dicen que los libros son caros porque la impresión es costosa, sin embargo la edición en formato e-book (con dañino DRM incluído) del mentado “Organic Chemistry” es de $109,99, ¿cómo puede ser nada más que la mitad, si hay costo cero de impresión y distribución?

Pero también internet posibilita el intercambio libre de material de estudio entre los estudiantes (eso que perversamente intentan llamar “pirateria”. Y eso sí, parece que es toda una amenaza.

Según sigue contando la nota del NYT, a pesar de que digitalizar un libro de mil paginas es mucho trabajo comparado con ripear un CD y subirlo a internet, los estudiantes se toman el trabajo “no motivados por intereses económicos sino por algo mas poderoso: la dulce satisfacción de la venganza”.

Ronald G. Dunn, un ejecutivo de la mencionada Cengage, señala que la “pirateria” es “un asunto muy importante para nosotros”, (y esto ya me supera) “su compañía asigna empleados a monitorear sitios donde se comparten archivos, para encontrar todos los meses entre 200 y 300 títulos de Cengage que estan siendo compartidos” y luego “enviar cartas a esos sitios, demandando que los archivos sean removidos y amenazando con acciones legales” (¿suena conocido?.

Cabe preguntarse por qué si la reventa de usados no es una práctica ilegal (a pesar de ser negativo para las ventas) ¿compartir o intercambiar los textos en el medio digital si lo es?. Cabe preguntarse también, por qué nunca se toma en consideración en la evaluación de costos, la promoción gratuita que significa que un libro esté incluído en la bibliografía obligatoria de una cursada.

Si bien estos cuestionamientos parecen ser subestimados por las editoras del rubro acostumabradas a mercados cautivos, la realidad material de la red marcha inexorablemente en un único sentido, y como concluye la nota de noticias24.com “para cuando las editoriales logren un modelo de negocios aceptablemente práctico y a precios razonables, podrían encontrarse con una clientela completamente cautiva por la rebelión de los libros gratis”.